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“La Mona” prepara la pasarela más grande del mundo

Carlos “la Mona” Jiménez cuenta que va a celebrar su media década de trayectoria con una pasarela donde se exhibirán sus extravagantes y ya legendarios trajes.
En la sala de su casa, repleta de cuadros con fotos de sus actuaciones, Jiménez lo dejó en claro: su intención es hacer “la pasarela más grande del mundo” con chicos que luzcan sus 1.200 trajes. “Es una idea que tengo para celebrar los 50 años que cumplo con la música de cuarteto”, dice el cantante.
Todavía no sabe dónde hará el despliegue de lo que vistió en los escenarios cantando y bailando al ritmo del tunga-tunga, pero la idea está dándole vueltas desde hace tiempo y además lo entusiasma pensar que en el año de su regreso con voz recuperada, festejará su trayectoria con los llamativos atuendos que son parte de su marca registrada.
“Posiblemente sea en octubre, porque para fin de año se juntan muchas cosas”, anticipa.
Antes, en julio, va a lanzar su disco 89, bajo el título 50 años: “La gente va a comprobar que mi voz rejuveneció”, asegura.
En un espontáneo repaso de su carrera, se retrotrae a sus comienzo, cuando cantaba con el Cuarteto Juvenil Berna en las fiestas patronales, donde no había salones y el espacio del show se armaba a cielo abierto, con alambres y arpillera. “Me helaba –recuerda– porque el papá de Berna, que era militar, no me dejaba bailar, me decía que le iba a quitar protagonismo a su hijo”.
Años después integró el Cuarteto de Oro, en el que pudo dar rienda suelta a sus piernas: “Ahí me puse a bailar. Y cuando hacíamos las fiestas patronales, ya no sufría tanto el frío porque bailaba constantemente y hacía cosas arriba del escenario, era un Michael Jackson”, recuerda el ícono del cuarteto.
Antes de moverse a lo “Mona”, bailó folklore entre los 9 y 13 años. Más tarde alternó rock ‘n roll con tango. “También iba a los cabarés a cantar tango, y mi papá me enseñó los primeros pasos, bien arrabalero, bien canyengue”, dice sobre aquella época.
Lo suyo es otra cosa, de lo que se siente orgulloso moviendo la mano con el gesto típico de Quién se ha tomado todo el vino.
Después del receso obligado para reponerse de su voz, “la Mona” está listo para los festejos.

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