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Kesito Pavón: “Llegué a despedirme de mi hijo”

Kesito Pavón era de las personas que no creían tanto en el coronavirus. Si bien asegura que siempre se cuidó, no le daba tanta importancia a la presencia del virus en el país.

Cuando sus amigos comenzaron a contagiarse, cambió un poco su perspectiva. A algunos les pegó un poco peor que a otros, pero seguía pensando: “El día que me agarre perderé un poco el gusto y el olfato y nada más”.

El día jueves 22 de octubre comenzó a tener algunos síntomas y tras pagar por un hisopado a la media hora tenía el resultado: positivo. Se fue a su casa a aislarse y se lo tomó tranquilo, no había visto en esos días a su mamá, así que pensó que solo sería un “resfrío fuerte”.

A los pocos días comenzó con fiebre, hasta que una semana después de tener el diagnóstico comenzó a empeorar. Le faltaba el aire y no podía respirar, así que en un acto de desesperación agarró su auto y se fue manejando desde Río Ceballos hasta el Sanatorio Francés, en la Ciudad de Córdoba.

“Llegué justo, me desvanecí cuando llegué y me entraron en silla de ruedas”, relató a Cuarteteando, mientras cuenta la cronología de su enfermedad.

Tras conocerse la noticia de su internación por este medio, alguien con mala intención hizo correr la falsa información de que había fallecido. Para llevar tranquilidad a sus fanáticos ese fin de semana hizo dos transmisiones en vivo, pero al día de hoy en su mente nunca pasaron: “Volaba de fiebre, no me acuerdo nada”.

De estar en sala común haciendo chistes por Instagram con su compañero de cuarto, el día lunes se despertó en terapia intensiva conectado a un suero por donde le pasaban plasma.

En ese estado de semi consciencia se despertó y recuerda la imagen de alguien cerrando una bolsa negra. Se volvió a dormir, se despertó de nuevo y vio la misma escena. Las dos personas que estaban a su lado habían fallecido. “Nadie te decía nada. Fue una experiencia terriblemente espantosa que nunca imaginé vivir”, cuenta, mientras se estremece como si lo estuviera viviendo.

Así pasó una semana en terapia intensiva y gracias a la colocación de plasma comenzó a mejorar. Lo volvieron a llevar a sala común y tras 12 días le dieron el alta. Sin embargo, su mala experiencia no terminó ahí. Si bien salió en buenas condiciones de la clínica, al día siguiente su situación empeoró: “Me desperté sin suero sin nada y me di cuenta que me había destruído, me costó volver a arrancar y no podía ni ir solo al baño”.

Fuente: Cuarteteando

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