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Fernando Bladys y su insólita historia de amor

Sin novia, sacó un turno en el registro civil para casarse y salió en busca de una mujer con quien compartir la vida. Lo consiguió y estuvo más de 30 años casado.

Entre las historias de amor más divertidas y ocurrentes que existen, la de Fernando Bladys está entre las primeras. En el día de los enamorados, el cantante pasó por el acústico de Cuarteteando y contó como conoció a quien fue su esposa durante más de 30 años.

Allá por mediados de los años ochenta, el cantante transitaba sus mejores años como una de las voces principales de Chébere. En medio de tanto éxito y reconocimiento de la gente, sentía que le faltaba algo y que su vida no estaba completa si no la podía compartir con alguien. Así es como se dispuso a conseguir una compañera: “Quería casarme y lo quería hacer ya, pero no tenía novia”, relató a Cuarteteando.

Entonces, sacó números rápido y le pidió a alguien que trabajaba con él que lo ayude a filtrar entre sus miles de fanáticas. Con una lista de casi veinte mujeres y sus números de teléfono, comenzó su búsqueda. Las llamó una por una: “Hola, soy Fernando Bladys y me gustaría conocerte”, era la frase con la que iniciaba la conversación. A algunas hasta las visitó en su casa.

A pesar del esfuerzo y la dedicación en su tarea, ninguna lo convencía del todo. Mientras tanto, ya había sacado un turno en el registro civil. Se acercaba la fecha indicada, pero la candidata todavía no aparecía. Entonces, decidió ir a la peatonal cordobesa en busca de ella. Después de firmar decenas de autógrafos, vio pasar a una chica rubia que llamó su atención, pero con el tumulto de gente que había ni siquiera pudo verle la cara. La búsqueda había terminado sin éxito y ya sin esperanzas, se metió al local de “Salto 96” a comprarse unas zapatillas.

Fue ahí cuando la vio. La rubia trabajaba en ese comercio y su encargada, que sabía de su fanatismo por Chébere, la mandó a atenderlo. Fernando compró las zapatillas, pero de los nervios se olvidó de lo que había ido a buscar al centro. Salió del local, hizo unos pasos y volvió.

“Disculpe Patito, ¿se quiere casar conmigo“, le dijo. “Sí”, respondió ella contundente. Ese sábado conoció a su familia, les comunicó la noticia y a los dos días, estaban felizmente casados. En la actualidad, hace tres años que están divorciados. Sin embargo, él la asume como su gran compañera: “Nos llevamos mejor ahora que antes”, reconoce entre risas, ese loco ocurrente que un día se propuso algo imposible, y lo logró.

Cuarteteando

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